UNOS POCOS HOMBRES TRAIDORES




Las cosas pasan a una velocidad que nos impide fijarlas en la memoria. Esta verdad de perogrullo, que sirvió para tratados filosóficos y para literaturas de diversa índole, se actualiza en la política de maneras, por decirlo suave, poco honorables. La historia mundial enseña que muchas veces las traiciones y las agachadas torcieron grandes destinos y el devenir de civilizaciones enteras. Pero hoy no vamos a hablar de ninguna gesta épica. Hoy no vamos a rememorar ninguna gran batalla, ningún pacto entre estadistas, ni ninguno de esos momentos históricos donde lo político se chupa a lo moral, como si fuese la aspiradora de la condición humana.


No.


Hoy vamos a hablar de dos pequeñas piedras en el zapato de la cultura democrática que queremos. Dos mocos que funcionan como testimonio de estos tiempos.


Primero, elecciones en Tierra del Fuego. Cuando en Chubut el complejo entramado que funciona bajo el liderazgo de Mario Das Neves derrotó al kirchnerismo por primera vez, Aníbal Fernández y sus chirolitas en los medios salieron a hablar de fraude. Hablaron de fraude fraudulentamente, porque desconocieron intencionalmente los mecanismos electorales de Chubut. Lograron un retraso de 62 días en que se conociera la verdad, cuando el dasnevismo volvió a derrotarlos. La justicia electoral era independiente, contra lo que decían, y el recuento de votos fue taxativo, por más que el margen fue estrecho.


Esta actitud miserable, por suerte, no se repitió en Tierra del Fuego, donde la demora en el procesamiento de los datos fue homóloga a la de Chubut. ¿Pero fue por suerte? No, no fue por suerte, fue por los mismos intereses que hubo para pegarle el fraude a Das Neves. En Tierra del Fuego, como en Chubut, hubo un resultado reñido. Ahora hay balotaje. Pero nadie, en ningún medio, salió a decir nada.


Ahora, la última noticia es que Martín Buzzi y Gustavo MacKarthy incurrieron en el manual para bobos de la traición y, dándole la espalda a los 18 intendentes con los que hicieron campaña, a las juventudes y principalmente a sus votantes, dijeron que iban a apoyar a Cristina en las próximas elecciones. La noticia se venía rumoreando desde hacía un tiempo, pero nadie imagino que, finalmente, los cabeza de fórmula provincial fueran a someterse a la chequera del Estado Nacional de una manera tan ampulosa y rastrera. ¡Chicos! ¡Qué les pasó?? ¿Tan poco significa la lealtad y el trabajo de los otros? Está bien que estén desesperados y no sepan manejar una provincia, pero, ¿Cambiaron de mentalidad de un día para el otro? ¿Se dieron cuenta de que su horizonte político era Cleto Cobos? ¿O, con los pantalones por los tobillos, trastabillaron en el miedo a la falta de fondos? Probablemente haya sido una mezcla de las tres cosas, todo bajo el inextinguible aroma de la traición lisa y llana a una comunidad militante a la que defraudaron, y a un pueblo soberano al que se pasaron por la parte trasera de esos mismos pantalones que llevan por los tobillos.


En fin, son gestas banales, mentiras que van a quedar olvidadas en muy poco tiempo, giros de la política puerca que en el fondo no sorprenden pero si que irritan un poco, y que merecen una corta reflexión como esta. Listo, que les vaya bien.


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