Unas palabras muy cortitas sobre lo que pasó ayer. Primero, murió un pibe de veintitrés años, militante trosco, mientras reclamaba mejoras en la contratación de trabajadores ferroviarios tercerizados. Segundo, lo mató una patota sindical de la Unión Ferroviaria que iba a romper el reclamo; según lo que veo ahora en la tele, el que tiró fue un barra de Banfield. Tercero, fue un hecho de sangre lamentable y repudiable que provocó la reacción instantánea y casi masiva de todos los que, para un lado o para el otro, militamos. Entiendo que es difícil, al calor de los hechos, estar a la altura. Y es muy probable que yo haya dicho también alguna pavada en Twitter, el gran ventanal de la precarización sentimental y la sofisticación del pensamiento.
Estamos confundidos. Hasta para mí fue confuso, que presiento el clima de confusión, fogoneado fuertemente por una oposición mezquina (primero y principal, los sectores muy poco imaginativos del republicanismo blanco y la política yuppie) y un gobierno nacional que adopta posiciones irreductibles y que hace de esa irreductibilidad una épica de la “buena política”, discursito un tanto pobre que reaparece en todos los lados de la pirámide del saber práctico kirchnerista, del hipersobrevalorado Laclau (que sigue siendo mejor que Betty Sarlo, pero que es muy poco) al bloggerstar system. Discursito que, por otra parte, aparece en la indignación del kirchnerismo frente a la forma en que “la corpo mediática” (#uydio) y los sectores antiK manipularon los titulares para otorgar la sensación –falsa– de que fue Cristina la que mató a Matías Ferreyra. Y que aparece, misma fuerza de inverso sentido, en la manera en que los propios militantes kirchneristas presentaron el hecho (“un hijo de puta mató a un pibe de 23 años”), línea un tanto perdida y fuertemente descontextualizante que tiende a eliminar las marcas de pertenencia histórica, política, geográfica, de un hecho de sangre terrible.
Si el kirchnerismo le dice “Ley de quiebra del Estado” al 82% móvil, no se indignen, muchachos, cuando el grupo Clarín le diga “Ley mordaza K” a la Ley de Servicios Audiovisuales. Es simple. Querían realpolitik, tienen realpolitik. Y si ustedes se cansan de decir, citando al General, que la política se hace con los buenos pero también se hace con los malos –cosa, por cierto, estrictamente cierta– entonces seamos buenos. No digamos “un hijo de puta mató a un pibe de 23 años”.
Para mí este hecho de ayer, más allá de la tristeza, la profunda tristeza que nos provoca y que en parte nos moviliza a postear cosas con un cierto dejo miserabilista (no lo juzgo), permite pensar ciertos clivajes políticos que vinculan al kirchnerismo con el menemismo. Sí, como dijo alguien muy lúcido en twitter, debemos cuidarnos de que este asesinato, particularmente, no habilite un tipo de lectura clasista, que desprecia al movimiento obrero organizado como principal aliado histórico y columna vertebral de cualquier proyecto de país y que habita, latente, al progresismo como potencia negativa de snobismo e irrelevancia histórica. Eso fue, es y será siempre así. Pero este movimiento obrero, el movimiento obrero que contiene en su interior grupos de choque, excesivos momentos de una cadena de violencia en expansión (reconozcámoslo sin la histeria de la clase media parrillera bienpensante) a la que se le yuxtapone el componente del habitus lumpenizado que produjo la flexibilización laboral y la redistribución negativa del ingreso, es herencia de la década del ’90.
El kirchnerismo se alió con ese movimiento obrero como si fuese un bloque unívoco, sin turgencias ni pliegues, sin la voluntad política de producir una verdadera transformación que le limpiara el culo a una burocracia enquistada y mafiosa que opera a muchos niveles. Y ahí hay un punto de continuidad, que completa una serie de continuidades que se alojan en la “cultura política”: ese modo particular de generar un consenso hegemónico a través de la gestión de recursos y lealtades. En eso el kirchnerismo es igual al menemismo. El sentido común kirchnerista es quizás más austero, menos kitsch, pero es decididamente parecido al sentido común menemista. Necesariamente el próximo gobierno deberá limpiar al sindicalismo, con el apoyo del propio sindicalismo. Habría que haberlo hecho antes y no se hizo. No se hizo porque Néstor, muy pocos lo recuerdan, decidió no hacerlo el mismo día en que decidió recostarse sobre las viejas estructuras del PJ como superficie de construcción de poder. Decisión que por otra parte aún al día de hoy sigue tratando de revertir y que le costó ir de un 70% de imagen positiva a un 20%. La 125 parece que hizo que todos se olvidaran de eso. Hay que cambiar compañeros, tenemos que transformarnos. Dentro del peronismo, porque sabemos que los otros son mezquinos, o blandos, o caretas, y no pueden gobernar; pero también fuera del menemismo.
dejame leerlo otra vez y te contesto cabrón
Ah muy lindo pero no me quedó en claro cuando decís "el proximo gobierno deberá limpiar al sindicalismo con el apoyo del propio sindicalismo" o algo así, me parece medio blableta no??
Leí esto anoche y ahora lo vuelvo a leer. Tengo desde ayer a la tarde, más firme que nunca, la convicción que los militantes suelen tener partidos que no los merecen. El uso que ha hecho el PO, desaforado de cholulismo, de la muerte de uno de sus compañeros me da verguenza ajena y mucha bronca. Pero pienso también en los pibes que me daban panfletos de Pino Solanas a las diez de la noche en Av. Rivadavia en las elecciones pasadas: solo los sostenía una convicción contra el frío y la indiferencia. Pienso en ustedes dos (dixieperonismo y dasnevado), a los que me gustaría tener de mi lado, aunque no vaya a ser así, quizás nunca. Pienso en algunos compañeros de La Cámpora, que no son los que figuran, sino los que hacen, todos los santos y putos días.
La vuelta de la política tiene eso de bueno...
Te decía Dixiep, que sí acepto la falta de una política sindical más clara. No se me pasa que también tuvimos nuestros vaivenes con la CTA, y que en política uno no hace sino solo lo que puede. En fin, repito, esto tampoco lo arregló Peron en su momento.
Por último, la frase: "ese modo particular de generar un consenso hegemónico a través de la gestión de recursos y lealtades. En eso el kirchnerismo es igual al menemismo", central en tu argumentación, creo, es la proposición complementaria del "es lo que hay" característico del Kirchnerismo: una práctica del pragmatismo (perdonen la redundancia) que algunos queremos entender y otros no. En este punto yo deberé decir que así lo dictamina la correlación de fuerzas y ustedes dirán que falta voluntad. Yo diré que por motivos similares Das Neves termina por reunirse con Duhalde o con Felipe Solá, y ustedes seguirán la argumentación. Después de todo, no somos la izquierda divina, somos el peronismo salpicado de barro.
Coincido con el compañero en que el artículo ofrece una lectura bastante sutil de la tragedia de Mariano Ferreyra, y en eso está bastante buena, pero al final parecés resolver de manera medio rápida y sin mucha argumentación. Limpiar el sindicalismo de las patotas es evidentemente una tarea pendiente, que exige altas dosis de voluntad política pero, ¿no es acaso el sindicalismo sucio el costo que tiene que pagar el kirchnerismo por jugar en los terrenos de la "política real"? ¿Es realmente el dasnevismo un actor de cambio en este sentido? ¿Es simplemente, como decís vos, "voluntad política"? Por otra parte, Das Neves me parece un buen candidato... si fuese con el kirchnerismo. Y entiendo que su alianza con el peronismo federal forma parte de la misma "política real". Entonces no entiendo, siendo que Das Neves no puede limpiar ni su propio espacio de pertenencia, cómo es que eventualmente podría prometer limpiar el sindicalismo corrupto y patotero. Son preguntas que me quedan dando vueltas. De todas maneras, reitero, muy buen post. Espero que sigan con la buena producción.
Pablo.
Bueno, los dos comentarios tienen razón a su medida, y creo que hay cosas que se van resolviendo de acuerdo a cierta ética política del candidato o político. Es cierto lo de la militancia y los partidos, como también es cierto que Néstor es muy proclive a la extorsión y el manejo de chequera, y eso con el sindicalismo no sirve porque ahí sí tiene que haber decisión, consenso pero también decisión. Lo de la convivencia con la vieja política, bueno, creo que en las internas los votantes van a poder elegir si se quedan con las viejas figuras o si le meten una ficha a los que vienen con ideas y elencos más renovadores. Das Neves, como unos pocos otros, podría haber sido un buen cuadro del kirchnerismo si no fuese porque el kirchnerismo aborrece los cuadros que no sean ellos y además necesita una "impunidad de salida" que no se cuantos le podrán prometer.
Saludos, y gracias de nuevo por leer.