DIXIE Y PIXIE



No puedo escribir nada si no pongo música. El silencio es la kriptonita de la política y el rock es su background especial. Hoy puse Surfer Rosa porque ayer fui a ver a Pixies y quedé enganchado de esos cuatro viejos que salieron al escenario sin la misma energía que a los veinte pero con mucha buena fe y que tocaron fuerte. Como si Nirvana los hubiese influenciado a ellos y no al revés. Fui solo, y allá me encontré con algunos amigos. Mientras esperaba en la puerta y hacía la cola escuché a muchos pibes hablando de política. Me sorprendió, porque eran pibes del tipo sentimental indie, en todas sus variantes. ¿Los conocen? Almas sensibles, que se visten mal y valoran la independencia, cualquier cosa que eso sea. El cine, los comics, el rock, las nuevas tecnologías. Esa cadena de consumos que los hace sentirse plebeyos, un poco plebeyos, y bien consigo mismos, activos participantes de su época y sus yeites. Son pibes que normalmente hablan trivialmente de drogas y de música. Y no es que ayer no lo hicieran, pero le agregaban a esos dos tópicos los de la coyuntura: el censo, el macrismo, la toma de Filosofía y Letras. Estoy seguro que el 90% de ellos estudiaba en Filosofía y Letras. Muchos hablaban de Perón y hacían chistes con el peronismo. Imaginaban un universo peronista. En general me caen muy bien.

El indie tiene algo que ver con el kirchnerismo, no más no sea por concomitancia, por copresencia, por simultaneidad. Son dos fenómenos que se cocinaron en los últimos años de los ’90, que nacieron y se consolidaron a lo largo de toda esta década, marcaron su tiempo y se disponen a perecer con cierta irrelevancia y regalándonos sus últimas batallas perdidas con gestos calculadamente épicos. Igual esta es una simplificación, porque son superficies de enunciación, las dos, con muchos pliegues e incluso contradicciones a su interior. En todo caso, por el nombre que se me ocurrió darme en las redes sociales, dixieperonismo, pensé que el kirchnerismo vendría a representar al pixieperonismo.

Los Pixies son de Boston, la capital cultural de Nueva Inglaterra, una ciudad fundada por migrantes puritanos en 1630 que representa mucho más que Nueva York o Washington a ese tipo de norteamericano sofisticado, escolarizado y progresista que vota por el partido demócrata; la zona francófila de la elite estadounidense, una ciudad orgullosa de su arquitectura, sus compañías de ballet y su Casa de la Opera. La ciudad sede de Harvard, una universidad Ivy League. Boston es llamada “la Atenas de América”. En Boston, Obama ganó con el 79% de los votos. Boston, en la guerra civil norteamericana, fue un enclave fuerte del norte industrial e imperialista, que finalmente vencería. De Boston es Fraisier, el psicoanalista neurótico y snob de la sitcom, y de ahí son los Pixies. Es evidente que en la música de Pixies aparece toda esta tradición, reprocesada por la coyuntura (Reagan), y no como tópicos concretos sino como una manera de vincularse al rock, reflexiva y, sí, un poco pretenciosa, en parte deudora de una interpretación bastarda de los mecanismos de subversión formal de las vanguardias, la operación radical y educada sobre los cánones de la música popular.

Del otro lado está Dixieland, que es el nickname que recibe la Confederación o los estados del Sur. Una región tradicionalmente rural, heterosexual y republicana que aloja el Bible Belt, esto es, la mayor concentración de fundamentalistas católicos. El auténtico peronismo norteamericano o, lo que las crónicas llaman “la Norteamérica profunda”: el white-trash, el proletariado blanco, la clase trabajadora que produce valor agregado para las especulaciones políticas y culturales del norte. El músculo, los postergados. Gente de tierra adentro cuyos valores principales son la hospitalidad y el Nascar. Una región compleja, rota por el nacimiento de los Montes Apalaches, que produjo el blues, el jazz y el rock ‘n’ roll fuerte. Lynyrd Skynyrd, the Allman Brothers, The Black Crowes, una constelación porosa y urticante para el buen pensamiento medio. La fuerza de choque. Una zona donde ganó McCain con casi el 60% de los votos.

Las dos tendencias son simplemente eso: estereotipos fallidos que ocluyen la verdadera complejidad de la realidad pero que otorgan claves vagamente orientadoras para entender procesos culturales de gran escala. Son puntos de partida, no momentos de cierre. Una pregunta: ¿Qué es el peronismo, Dixie o Yanquee? ¿Dixie o Pixie? Virtualmente, puede ser las dos, es las dos. El pixieperonista va a un asado en La Tablada y se siente un dixieperonista; el dixieperonista va a ver a Pixies y se siente bien. El pixieperonista arma una banda y le pone Juan Perón & The Go-Go-Seventies; el dixieperonista arma una banda y le pone Vino Choto Punk Rock. El pixieperonista da su lucha política en el “ámbito de la cultura”; el pixieperonista también, pero menos, más bien se aferra como un karma al trabajo territorial, el importantísimo trabajo territorial que el kirchnerismo descuidó y sigue descuidando con un poco de soberbia y omnipotencia, un poco por la propia educación sentimental de los Kirchner, y que nos deparó el primer indicio de la crisis en el famoso 28J. The South Will Raise Again. “Fin. Ende. Estoy en Germany.”

This entry was posted in ,,,,,. Bookmark the permalink.

6 Responses to DIXIE Y PIXIE

  1. Impecable capacidad de relato. Interesante lectura.

  2. Anónimo says:

    muy bueno

  3. Unknown says:

    Está mejor escrito que pensado, pero ciertamente está muy bien escrito. Cada elección política, implica de alguna manera una determinada estética, pero no son intercambiables. Para una tipología del peronismo, para pensarlo desde otro lado, prefiero pensarlo análogo a la historia de la Iglesia católica. Pero ese es mi problema.
    Las cadenas de sentido que armás: pixies - boston - sofisticación - demócratas - Kirchnerismo contra dixie - américa profunda - naturalidad - republicanos - Dasnevismo; se desmienten en otro nivel, por la complejidad del estilo empleado (cosa que reconoce el texto mismo). Pero en el fondo, usas una equivalencia bien norteamericana: naturalidad = verdad; sofisticación = mentira. Par favorito de un bostoniano como R. W. Emerson. En fin, como aparato crítico, tiene demasiadas contradicciones.
    Pero el kirchnerismo somos un rejunte tan complejo como el dasnevismo y como el público de los pixies, como el sur que parió a Faulkner, como el boston de los Drop Kick Murphys...

    (insisto: excelentemente escrito)

  4. Muy bueno. No conocía tu blog, no conocía ninguno dasnevista (¿se dice así? perdón si lo digo mal)

    saludos!

  5. Gerardo says:

    y cómo se llama al que relaciona cualquier cosa con sus obsesiones?

  6. Anónimo says:

    Se llama escritor egocéntrico!

Leave a Reply